PILAR DEL CAMPO PUERTA
Hoy se celebra el Día internacional del Libro infantil y juvenil. La idea surgió en 1966 de Jella Lepman (1891-1970), fundadora de la Internationale Jugendbibliothek de Múnich y se decidió celebrar este evento el día 2 de abril, en conmemoración del nacimiento de Hans Christian Andersen.
En la web del IBBY se puede descargar (en inglés, por el momento) el cartel tamaño A3 y el folleto con el mensaje e información sobre la autora y la ilustradora de este bonito mensaje |
Hoy se celebra el Día internacional del Libro infantil y juvenil. La idea surgió en 1966 de Jella Lepman (1891-1970), fundadora de la Internationale Jugendbibliothek de Múnich y se decidió celebrar este evento el día 2 de abril, en conmemoración del nacimiento de Hans Christian Andersen.
Entre sus cuentos escritos por Andersen se encuentran títulos tan famosos, que seguro muchos de vosotros ya habéis leído, como: "La Sirenita", "El Traje Nuevo Del emperador", "Pulgarcita", "El Soldadito se plomo", "Las Zapatillas Rojas" o "El patito feo".
Pero para que todos os podáis entretener leyendo esta tarde, aquí os dejo Las zapatillas rojas (copiado de http://www.guiainfantil.com/1396/cuento-infantil-las-zapatillas-rojas.html)
Espero que os haya gustado.
Hace mucho,
mucho tiempo, vivía una hermosa niña que se llamaba Karen. Su familia era muy
pobre, así que no podía comprarle aquello que ella deseaba por encima de todas
las cosas: unas zapatillas de baile de color rojo.
Porque
lo que más le gustaba a Karen era bailar, cosa que hacía continuamente. A menudo se imaginaba
a sí misma como una estrella del baile, recibiendo felicitaciones y
admiración de todo el mundo.
Al morir su madre, una
atesorada señora acogió a la niña y la cuidó como si fuera hija suya. Cuando
llegó el momento de su puesta de largo, la llamó a su presencia:
- Ve y cómprate calzado adecuado para la ocasión.
- Le dijo su benefactora alargándole el dinero.
Pero Karen,
desobedeciendo, y aprovechando que la vieja dama no veía muy bien, encargó
a la zapatera un par de zapatos rojos de baile. El día de la
celebración, todo el mundo miraba los zapatos rojos de Karen.
Incluso alguien
hizo notar a la anciana mujer que no estaba bien visto que una muchachita
empleara ese tono en el calzado. La mujer, enfadada con Karen por haber desobedecido, la reprendió allí mismo:
- Eso es coquetería y vanidad, Karen, y ninguna de
esas cualidades te ayudará nunca.
Sin embargo, la niña aprovechaba cualquier ocasión
para lucirlos. La pobre señora murió al poco tiempo y se organizó el funeral.
Como había sido una persona muy buena, llegó gente de todas partes para
celebrar el funeral.
Cuando Karen se
vestía para acudir, vio los zapatos rojos con su charol brillando en la
oscuridad. Sabía que no debía hacerlo, pero, sin pensárselo dos
veces, cogió las zapatillas encantadas y metió dentro sus piececitos:
-¡Estaré mucho más elegante delante de todo el mundo!-
se dijo. Al entrar en la iglesia, un viejo horrible y barbudo se dirigió a
ella:
-¡Qué bonitos
zapatos rojos de baile! ¿Quieres que te los limpie?- le dijo.
Karen
pensó que así los zapatos brillarían más y no hizo caso de lo que la señora
siempre le había recomendado sobre el recato en el vestir. El
hombre miró fijamente las zapatillas, y con un susurro y un golpe en las suelas
les ordenó:
-¡Ajustaos bien cuando bailéis!
Al
salir de la iglesia, ¡Cuál sería la sorpresa de Karen al sentir un cosquilleo
en los pies! Las zapatillas rojas se pusieron a bailar como poseídas por su
propia música.
Las
gentes del pueblo, extrañadas, vieron como Karen se
alejaba bailando por las plazas, los prados y los pastos. Por más que
lo intentara, no había forma de soltarse los zapatos: estaban soldados a sus
pies, ¡y ya no había manera de saber qué era pie y qué era zapato! Pasaron los
días y Karen seguía bailando y bailando.
¡Estaba
tan cansada...! y nunca se había sentido tan sola y triste. Lloraba y lloraba mientras bailaba, pensando en lo tonta
y vanidosa que había sido, en lo ingrata que era su actitud hacia la buena
señora y la gente del pueblo que la había ayudado tanto.
- ¡No puedo
más!- gimió desesperada -¡Tengo que quitarme estos zapatos aunque para ello sea
necesario que me corten los pies!-
Karen
se dirigió bailando hacia un pueblo cercano donde vivía un verdugo muy famoso
por su pericia con el hacha. Cuando llegó, sin dejar de bailar y con lágrimas
en los ojos gritó desde la puerta:
-¡Sal! ¡Sal! No
puedo entrar porque estoy bailando.
-¿Es que no
sabes quién soy? ¡Yo corto cabezas!, y ahora siento cómo mi hacha se
estremece.- dijo el verdugo.
-¡No me cortes
la cabeza -dijo Karen-, porque entonces no podré arrepentirme de mi vanidad!
Pero por favor, córtame los pies con los zapatos rojos para que pueda dejar de
bailar.
Pero
cuando la puerta se abrió, la sorpresa de Karen fue mayúscula. El terrible
verdugo no era otro que el mendigo limpiabotas que había encantado sus
zapatillas rojas.
-¡Qué bonitos
zapatos rojos de baile!- exclamó -¡Seguro que se ajustan muy bien al bailar!-
dijo guiñando un ojo a la pobre Karen
-Déjame verlos
más de cerca...-. Pero nada más tocar el mendigo los zapatos con sus dedos
esqueléticos, las zapatillas rojas se detuvieron y Karen dejó de bailar.
Aprendió
la lección, las
guardó en una urna de cristal y no pasó un solo día en el que no agradeciera
que ya no tuviera que seguir bailando dentro de sus zapatillas rojas.
También puedes ver el vídeo.
NOTA:
Recuerda que siempre hay que citar la fuente de información. Para citar
este post, puedes hacerlo de la siguiente manera, por el método Harvard:
Apellido, Inicial del nombre (Año de
publicación): "Título de la entrada del post del blog". Título
del blog en cursiva, día y mes del post. Disponible
en: URL del recurso [Consulta: día-mes-año].
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por leer y jugar. ¡Hasta pronto!