PILAR DEL CAMPO PUERTA
Querid@s "supermergaseguidores", no podía dejar pasar el centenario de Platero y yo.
No es que se me haya olvidado y por eso lo pongo ahora, es que Platero se me escapó. Os cuento:
Platero y yo es un libro que me encantó desde la primera vez que lo leí, además es el compañero perfecto para leerlo varias veces en la vida y descubrir algo nuevo cada vez. Por eso, en estos días próximos a su centenario ocurrió algo maravilloso.
Estaba preparando un viaje y pensaba llevarme el librito para leerlo una vez más pero cuando iba a meterlo en el bolso... ¡Platero había desaparecido! Sí, habéis leído bien. Platero, el burro, había desaparecido dejando solo la P supongo que por educación; y se podía leer el primer capítulo (y los demás) tal que así:
P es pequeño, peludo, suave; tan blando por
fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus
ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia
tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y
gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿P ?", y viene a mí con un
trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas
mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su
cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una
niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paso sobre él,
los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo,
vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
— Tiene acero...
Me preocupó mucho aquello, pero me tenía que ir de viaje y me fui. Metí en el bolso el libro de Platero, pero sin Platero, y sin dejar de pensar dónde estaría, pero sobre todo, por qué se había ido sin un leve rebuzno... Con la preocupación de que llegaba su cumpleaños y no le iba a tener cerca para felicitarle pero... ¡Oh, sorpresa! Cuando llegué a mi destino que era Lucena en la provincia de Córdoba, allí estaba formando parte del belén.
Le llamé dulcemente: ¡Platero! y vino a mí con un trotecillo alegre y sonriente...
No me enfadé, al contrario, cuando me miró con los espejos de azabache de sus ojos solo pude acariciarle. Saqué el libro del bolso y el texto volvió a estar a completo.
Ahora ya sí que puedo decir: ¡Felicidades Platero!
Vamos a jugar
El CEIP ADELA DÍAZ, en Almería preparó unas actividades muy interesantes para aprender y jugar con la lectura de Platero y yo con motivo de la celebración del 50 aniversario del premio Nobel a su creador, Juan Ramón Jiménez. Les damos las gracias por su aportación.
NOTA:
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Gracias por leer y jugar. ¡Hasta pronto!