PILAR DEL CAMPO PUERTA
Esta es
la historia de…. En realidad, son dos
historias: la de un niño y un cuaderno.
El niño
se llama Mateo y el cuaderno es el de Mates.
Cuando a
Mateo le compraron los libros y cuadernos para el colegio su padre le aconsejó
que el cuaderno más grande y gordo lo utilizara para Matemáticas. Mateo le hizo
caso y con mucho esmero e interés puso en la portada CUADERNO DE MATES.
Una vez
presentados los protagonistas, comencemos por contar sus historias separadas.
Mateo va al colegio y le gustan todas las asignaturas. No se porta demasiado mal y tiene bastantes amigos.
A Mateo
le gusta mucho jugar al fútbol, porque desde muy pequeño cuando sus papás le
llevaban al parque, su padre le enseñó los primeros pasos con el balón y las
reglas del fútbol; por eso, ahora es uno de los mejores jugadores en el equipo.
También
le gusta patinar, porque desde muy pequeño, cuando sus papás le llevaban al
Palacio de Hielo, su padre le enseñó a dar los primeros pasos sobre los
patines, hacer piruetas y frenar para no caerse. Lo mismo con la bicicleta o
con la natación. Siempre papá estaba ahí para enseñarle cosas.
Su padre
le ha enseñado a hacer maquetas de barcos, de aviones; también le ha
transmitido su afición por los crucigramas; los jeroglíficos, por los puzles y
por libros.
Al padre
de Mateo le gusta mucho leer y por eso, algunas tardes, sobre todo en invierno,
Mateo y su padre, cada uno con un libro pueden pasarse varias horas
entretenidos.
Aunque es
verdad que, a muchas actividades, sobre todo a los juegos de mesa, también se
unen Sara y Laura, sus hermanas pequeñas. Y mamá es la que mejor se lo pasa
viendo a toda la familia haciendo actividades.
Pero Mateo tiene una pasión secreta, que no ha confesado a nadie: escribir. Mateo quiere ser escritor desde que un día su padre le explicara quiénes inventaban las historias.
- axd Son los escritores –le dijo-. Gracias a ellos los demás podemos divertirnos leyendo.
Desde ese
día, Mateo decidió que quería ser inventor y escritor de historias. Porque la
cabeza de Mateo parece una batidora, una lavadora o un ventilador. Siempre dando
vueltas a las cosas e inventando historias de todo lo que ve o de cada momento
que vive.
Por
ejemplo, si veía un perro inventaba: “Había
una vez un perro que decidió aprender inglés porque oyó que su dueño se iba a
vivir a Irlanda y creía que le iba a dejar en una perrera. ¿Cómo se dirá GUAU
en inglés? Se preguntaba el perro… y etc, etc, etc.”
Si eran
unos pájaros sobre la rama de un árbol inventaba: “En el cielo de la ciudad se han visto unas rara aves que han venido
para salvar el Planeta porque, según han dicho en las noticias, en pocas horas
puede ocurrir algo inesperado, y etc, etc, etc.”
Si pasaba
una tarde en casa de sus abuelos, inventaba: “Esto eran unos señores ancianos que están secuestrado en un castillo
encantado, hasta que llegó un superhéroe para rescatarlos, y etc, etc, etc.”
Si sus
hermanas se peleaban por los juguetes, inventaba “Había dos gigantes luchando para ver quién era más fuerte y tenía más poder
para hacer desaparecer la Tierra, hasta que llegó un ser de Marte para separar
a los gigantes, y etc, etc, etc.”
Pero también Mateo se enfadaba con él mismo, porque igual de rápido que inventaba historias fantásticas, así de deprisa se le olvidaban. O si, por casualidad, estaba inventando y se quedaba dormido, cuando despertaba ya todo se había esfumado.
- ¡Qué rabia! ¡Con lo bien que me ha salido y lo emocionante que era la historia, ya no me acuerdo de nada! –dice siempre.
Por
otra parte, el cuaderno de Mates es un cuaderno triste, porque siempre que lo
saca Mateo de la mochila oye: “Vaya rollo”. El pobre cuaderno se avergüenza de
ser tan grande y gordo porque piensa que su dueño no le quiere.
Cuando
está en la mochila junto a otros cuadernos, al estuche, la peonza, los cromos,
la merienda y todas esas cosas que lleva Mateo en la mochila, se da cuenta que
él es el que más abulta y pesa.
Le duele mucho oír a Mateo cuando dice:
- La mochila pesa un montón, sobre todo por culpa del cuaderno de Mates.
O también:
- ¡Jo!, con del cuaderno de Mates la mochila se me queda pequeña.
Y lo peor de todo:
- No sé por qué el cuaderno de Mates es tan grande. Voy a tener que tirar la más de la mitad.
Por todo
eso el cuaderno de Mates es un cuaderno triste.
Él sabe
que no es feo, porque es verde. Que sus hojas son pautadas para facilitar las
anotaciones. Que su espiral es muy resistente y no es fácil que se rompa. Que
sirve para que Mateo haga sus ejercicios de Matemáticas, sumas, restas,
multiplicaciones, divisiones y algún que otro dibujo. Porque cuando han
terminado la tarea, la profe de Mates, para que se relajen, les deja añadir un
dibujo.
Con todo
eso, el cuaderno de Mates es un cuaderno triste. Sobre todo, cuando piensa que
le van a tirar sin ser aprovechado del todo.
Pero día, de repente, sucedió algo inesperado. La profe Mates tuvo que ausentarse del colegio y dejó a otra profesora al cuidado de la clase.
- ¿Y ahora qué hacemos? –dijeron los niños.
- Sobre todo, portarse bien y estar en silencio –dijo la nueva profesora- y podéis ir adelantando los deberes.
Mateo,
miró en la mochila y sacó el cuaderno de Mates sin ninguna gana de ponerse a
hacer cuentas. Además, la mente se le iba sola y lo único que le apetecía era
inventar.
Inventar
que … “Aquella profesora nueva era un
robot con apariencia de mujer que se había colado en el colegio para robar las
claves secretas de los ordenadores de los profesores y así poder conocer los
exámenes que pondrían a los niños. Después cambiaría esos exámenes por otros
más difíciles para que todos los alumnos suspendieran. Los profesores se
volverían locos con los malos resultados. Cuando los niños llevaran las notas a
sus papás, éstos se enfadarían mucho y les castigarían sin regalos ni fiestas de
cumpleaños, sin consolas, sin televisión, sin bicis, ni patines, ni futbol…
todo sería un caos por todo por culpa de un robot que se hizo pasar por una
profesora, y etc, etc, etc ...”
De repente, Mateo se dio cuenta de una cosa muy importante: había escrito la historia para que no se le olvidara. Pero, y esto era lo mejor de todo, la había escrito en el cuaderno de Mates.
Como sí
él mismo fuera un robot, sin darse cuenta y de forma mecánica, había dado la
vuelta al cuaderno y en la portada había puesto CUADERNO DE MATEO. Después
escribió la historia.
La idea
le gustó mucho a Mateo por dos razones. La primera, porque empezaba a sentirse
escritor y así, al poner sus ideas sobre el papel nunca más se le olvidarían
las preciosas e interesantes historias que inventaba.
La
segunda, porque el cuaderno de Mates ya tendría una utilidad más. Y como era muy
grande y gordo había espacio suficiente para que en él hubiera números y
letras. Es decir, cuentas e historias.
Desde ese
día, cuando a Mateo le venían ideas a la cabeza, sacaba el cuaderno de Mates y
escribía, por ejemplo: “Había una vez un
batallón de hormigas que se colaron por la rendija de una ventana y entraron a una
casa con intención de llevarse todos los juguetes de los niños, y etc, etc,
etc…”
Por su parte,
el cuaderno de Mates dejó de ser un cuaderno triste porque pasó a ser el
cuaderno preferido de Mateo. Siempre iba en la mochila. Ya nunca más oyó decir
al niño que era un cuaderno gordo y pesado.
No le
importaba ir apretujado en la mochila con todas las cosas que llevaba Mateo
porque, desde que entre sus páginas guardaba todas las historias inventadas del
joven escritor, sabía que ya era más importante que la peonza, los cromos o la
merienda. Y eso que a Mateo le gustaban mucho las meriendas que le preparaba
mamá.
Cuando papá se enteró de la nueva utilidad del cuaderno de Mates le dijo a Mateo:
- Me alegro mucho de haberte aconsejado que el cuaderno más grande y gordo lo utilizaras para Matemáticas.
- Muchas gracias, papá –dijo Mateo- Y dándole un fuerte abrazo añadió: ¡Tú sí que sabes!
Al acabar
el curso, aquel volumen grande, gordo, verde y con espiral negra se había
convertido en un cuaderno-puzzle-jeroglífico-crucigrama. O por decirlo de
manera más simple, en un caos de números por una parte y letras por otra,
porque de tanto escribir en él por delante y por detrás llegó un momento en que
todo quedó un poco mezclado. Eso puso muy contento al cuaderno porque
comprendió que el niño jamás se desprendería de él y siempre sería conservado
como el CUADERNO DE MATES-MATEO.
(Este cuento fue premiado en 2014 en el concurso "La Biblioteca de Babel" de la Facultad de Ciencias de la Documentación (UCM), diez años después es mi regalo a todos los padres. Feliz día del padre 2024)
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